Prensa Vasalla S.A.: Opinión Pública a Pedido del Patrón (versión candidata de la coalición centro-izquierda)
julio 13, 2025 | by jtroncosomonroy@gmail.com

En nuestro país parece que ya no hace falta encender la televisión para saber qué dirán las noticias. Basta con revisar el estrés del empresariado y uno ya puede anticipar los titulares de mañana: “La candidata genera incertidumbre”, “Se pone en riesgo la inversión”, “Chile se incendia”, “El país necesita moderación”. Traducción: la candidata de la coalición centro izquierda está subiendo en las encuestas así que destrúyanla antes de que sea demasiado tarde.
La prensa vasalla no informa, actúa. No investiga, dicta los lineamientos. No cuestiona al poder económico, lo representa con obediencia, a veces, hasta poco decorosa, mientras demoniza todo lo que huela a redistribución, justicia social o soberanía. Y si una mujer se atreve a decir que Chile no está obligado a agachar la cabeza ante Wall Street o a besarle cierta parte a Trump, ahí aparecen los opinólogos de siempre: “polariza”, “no tiene experiencia”, “genera miedo”. Aunque todos sabemos dónde está el verdadero miedo: en las oficinas de los directorios de las empresas.
Cuando una candidata habla de derechos, la prensa ve “gasto irresponsable”. Cuando habla de equidad, la acusan de “populismo”. Cuando propone frenar los abusos, la comparan con Venezuela (por supuesto). Y cuando sube en las encuestas, el libreto es automático: ¡alarma! ¡inestabilidad! ¡incertidumbre!
Todo esto, por supuesto, dicho en tono técnico, con gráficos, expertos y columnistas que, casualmente, trabajan para los mismos grupos económicos que tiemblan ante cualquier atisbo de cambio. Lo que está en juego no es “el país”, es el margen de utilidad del patrón.
Y por si alguien aún duda de cómo funciona esta maquinaria, basta recordar lo que ocurrió con RT (Russia Today) cuando intentó instalarse en Chile. La cadena rusa fue rápidamente atacada por medios nacionales que (en nombre de la “libertad de prensa”) buscaron bloquear su llegada con acusaciones de propaganda, injerencia extranjera y desinformación. Curioso: cuando la línea editorial viene de Moscú, gritan censura y soberanía. Pero cuando los contenidos bajan de CNN, Bloomberg o Fox, nadie dice una palabra. Ahí, la “injerencia” parece legítima, porque viene bendecida por el capital y el poder hegemónico. Libertad de prensa, sí… pero solo si el patrón aprueba.
Y lo peor: lo hacen con superioridad moral. Como si el periodismo arrodillado tuviera derecho a dar lecciones de democracia. Como si sus portadas no olieran a pauta pagada. Como si la obediencia disfrazada de objetividad aún engañara a alguien.
Pero ya no. Hoy, miles de personas aprendieron a leer entre líneas. A distinguir entre prensa libre y prensa funcional. Porque cuando los medios sirven al poder y no al pueblo, dejan de ser prensa. Y pasan a ser maquinaria ideológica con disfraz de periodismo.
Y entonces uno se pregunta:
¿Quién le dicta la pauta a quién?
¿A quién sirven los titulares?
¿Y cuántas portadas vale la dignidad profesional?
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